viernes, 28 de octubre de 2016

DESPIDIENDO A ROSA: UNA EXPERIENCIA DOCENTE EN CUIDADOS PALIATIVOS

 
DESPIDIENDO A ROSA . UNA EXPERIENCIA VITAL Y DOCENTE

Rosa nos ha dejado faltándole u mes para cumplir los 105 años. Rosa era una mujer simpática, enérgica, lúcida hasta el final. Le agradaba hacer ganchillo y plantar en la tierra de las macetas huesos de frutos que comía, de melocotón, dátiles, olivas, nísperos, disfrutando de ver cómo germinaban y de regalarnos estos brotes de vida para ponerlos en la consulta.
No se puede decir que tuviera patologías concretas ni tampoco tomaba ningún tratamiento de forma crónica, ni le gustaba tomar medicamentos. Era viejecita, en la CIE-9, senectud. Íbamos a visitarla periódicamente. Era consciente de que su vida era finita y que cada vez se aproximaba más el día de su despedida. Notaba que no veía bien y sus manos temblaban para hacer ganchillo, sus piernas con un importante genu varo no la sostenían de pie, tragaba los líquidos con dificultad, se notaba cada vez con menos fuerzas.
Y, quería dejarlo todo bien dispuesto. A raíz del fallecimiento de una vecina a los 102 años en el hospital, contactó con nosotras y dijo: “ Cuando llegue mi momento, no me haga lo mismo que a Pilar y no me mande a ningún sitio. Me pase lo que me pase quiero estar en mi casa y recibir los cuidados de mi médico y enfermero de cabecera, aceptando las limitaciones de la medicina rural, pero sin salir de mi casa. ¿Qué tengo que hacer o dónde tengo que firmar?. Le explicamos la posibilidad de hacer el Documento de Voluntades Anticipadas. Vino a domicilio la Trabajadora Social y al cumplir los 100 años lo tramitó. Desde entonces, incluso cuando se fracturó el húmero, se le trató en casa con resolución y una buena recuperación funcional.
Un día llamó a domicilio porque veía a gente en su casa, personas mayores y niños que le hablaban de forma amigable. Se descartó patología infecciosa y otros procesos intercurrentes. Llevaba unos días que se sentía sin fuerzas y con más dificultad para deglutir y con edemas en las piernas por su insuficiencia cardíaca. Tanto ella como nosotros pensamos que nos encontrábamos en los últimos días. Pidió a su hija que pusieran en el cementerio esa foto que le hicieron el día que cumplió los 100 en la que estaba tan guapa con un ramo de 100 rosas rojas, para que fuera la admiración de los visitantes en el día de todos los santos.
Se le dio tratamiento sintomático, cuidados paliativos integrales con un buen apoyo tanto a ella como a su familia, una buena información y el soporte emocional de nuestra presencia y acompañamiento. Se fue dulcemente, sin estridencias, con paz y naturalidad, dando las gracias. Y, su familia que estaba informada y preparada le dijeron adiós igualmente en paz, con naturalidad, con amor y sin aspavientos. Y también como personal sanitario estuvimos presentes en su gran agradecimiento.
Se fue apagando poco a poco como una vela, a la par que se fue mustiando en la consulta la palmera del hueso de dátil que nos regaló. El día que se fue, cayó la última hoja.
La Médico Residente que fue partícipe del proceso, verbalizó que fue una experiencia profesional preciosa, inigualable, la más formativa, que la había hecho sentir bien e importante como médico de familia. No sospechaba que además de aprender a curar, fuera tan gratificante asumir la función de cuidar, respetar la autonomía del paciente y ayudar a bien morir.
Sirva esta despedida para hacer una reflexión sobre la importancia de los cuidados paliativos, rompiendo una lanza a favor de la labor que desempeñan los Médicos de Familia a la cabecera de los pacientes, especialmente en zonas rurales dónde no llegan las Unidades de Hospitalización Domiciliaria, aceptando la historia natural de las enfermedades, dando cabida a la desmedicalización, la deprescripción y la deslocalización del hospital, teniendo en cuenta que los cuidados paliativos se dirigen a personas con procesos no oncológicos.
Acabaríamos haciendo un llamamiento a la cordura y la racionalización de la asistencia sanitaria, incidiendo en la importancia de la labor de los Médicos de Familia y el papel preponderante de la Atención Primaria, evitando derivaciones innecesarias de ancianos tanto procedentes de la atención domiciliaria como de residencias y encarnizamiento terapéutico que no va a llevar a mejorar su esperanza ni calidad de vida ni de muerte. Y, tal vez sí va a suponer someterlos a los riesgos de una hospitalización evitable, o de mayor iatrogenia, inclinando el peso de la balanza de resigo/beneficio hacia los riesgos,inconvenientes y menor coste eficiencia tanto económica como clínica y social.
No más es mejor. Hay ciencia, conocimientos, buena praxis y calidad asistencial también fuera del hospital, en Atención Primaria.

Gloria Rabanaque Mallén
Adoración Borrell
 Aprovechamos para ofreceros el  enlace  al programa de Salvados sobre la ‘La buena muerte’. Presenta las controversias y los puntos de vista ofrecidos por varios profesionales de la medicina desde distintos enfoques y recoge el testimonio de Carlos M., enfermo de ELA  que reclamaba su derecho a morir de la manera más digna posible.

También recomendamos los documentales llamados "tabú" de Jon Sistiaga. Entre otros, "al final, la muerte"
https://www.youtube.com/watch?v=_DUWxXjc7HQ

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